domingo, 4 de enero de 2009

LA BÚSQUEDA DEL SOCIALISMO "BUENO"

LA BÚSQUEDA DEL SOCIALISMO "BUENO"
Un artículo de José Benegas en "No me parece" (josebenegas.com/2009/01/04/casi-caparroz/) , remitiéndose a otro de Martín Caparrós (http://www.criticadigital.com.ar/index.php?secc=nota&nid=16527), me llevó a un comentario en ese blog que quisiera ampliar aquí.
Siempre en la etapa de agonía de los regímenes socialistas –entendiendo por tales los que estatizan o colectivizan la mayor parte de los medios de producción, y la asignación de recursos es efectuada casi exclusivamente por decisiones de organismos estatales- aparecen los "críticos" que descubren que el sistema que se proclama a los cuatro vientos socialista, y en el que se ha ahogado toda iniciativa privada, es en realidad un "supuesto socialismo" (Caparrós) o que lo malo es el "estalinismo" (como si Lenin, Trotsky o el Che Guevara no fuesen iguales o peores).
El camino que siguen los totalitarismos socialistas -comunistas- es siempre igual, porque su concepción es liberticida. Si para instaurar la sociedad perfecta y hacer un "hombre nuevo" es necesario eliminar a los "hombres viejos" y a las "estructuras de opresión", todo sacrificio está justificado por las leyes inexorables de la historia. El problema no está en la corrupción del sistema, sino en su propia concepción; en todo caso, la corrupción o burocratización los hacen menos sangrientos que en la etapa inicial, de fervor revolucionario.
¿Habría sido distinta la suerte de la Unión Soviética si en vez de imponerse Stalin hubiera triunfado Trotsky? ¿Lenin era humanista y Stalin fue una desviación de un ideal puro? No, no y categóricamente no. Quizás habría resultado aún peor; elegir entre un asesino idealista y un asesino burócrata no es la mejor de las opciones, pero en todo caso, creo que las posibilidades de supervivencia y de un grado menor de opresión son mayores con el segundo.
Como hace recordar Juan José Sebreli ("El vacilar de las cosas", Editorial Sudamericana, quinta edición, 1995, páginas 234 y siguientes), el humanista Trotsky justificaba la militarización y estatización de los sindicatos, además de abogar en distintas oportunidades por el terrorismo de estado y la eliminación de los disidentes. Cuando en 1936 denunció "la revolución traicionada", no es porque su ideal fuera una sociedad libertaria, ni un "socialismo de rostro humano". Si fue asesinado en Méjico por un sicario de Stalin, no es porque la víctima fuera mejor que el victimario. Según Solyenitzin, en "Archipiélago Gulag", Trotsky decía: "Nosotros, los hijos de la clase trabajadora, hemos hecho un pacto con la muerte, y por tanto con la victoria". Consecuente con esa idea, el 14 de noviembre de 1918 creó por decreto los Tribunales Militares Revolucionarios. Otra frase que describe con vivos colores el idealismo de Trotsky, que me hace recordar al otro idealista Guevara, es: "La intimidación constituye un poderoso instrumento político, y el que diga no comprenderlo es que se las da de santurrón".
El fracaso de Cuba no es el fracaso de una desviación, sino del socialismo en su forma más dura, pura y ortodoxa. Las "socialdemocracias" o inclusive los partidos socialistas en el poder, cuando respetan en mayor o menor medida el derecho de propiedad, la iniciativa privada y las libertades individuales, son –afortunadamente- las auténticas desviaciones. Lo que tienen de bueno, es que no llevan sus ideas socialistas hasta las últimas consecuencias.
Según Caparrós, Cuba no es socialista. Por supuesto: en la etapa de decadencia y desprestigio del régimen soviético, después de las invasiones a Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968), la Unión Soviética no era socialista, sino un "capitalismo de Estado" o un "socialimperialismo". Tampoco eran socialistas Alemania comunista (la llamada entonces "República Democrática Alemana"), ni Polonia, ni Hungría, ni Bulgaria, ni Albania, ni los otros países satélites que integraban el COMECON). La China del Gran Mao (Perón así lo calificó, con su usual oportunismo) era distinta. Por cierto: más sanguinaria, más atroz, más irracional, más anti-burguesa, más antimoderna. El régimen de Pol Pot en Camboya tampoco era socialista, por lo que su genocidio había que cargarlo a la cuenta de cualquiera, menos del socialismo ideal, que como las ideas platónicas, parece hallarse en un cosmos noetos, tan alejado de sus pedestres remedos terrenos (el "socialismo real"), que de antemano se rechaza que sean socialistas. Si Corea del Sur es años luz más próspera que Corea del Norte; si Alemania Federal era mucho más rica que Alemania Oriental; si la distancia económica entre Puerto Rico y Cuba es sideral, en realidad ninguno de los que se dicen socialistas lo son. Para qué hablar del nazismo (nacional socialismo), que por supuesto tampoco era socialista, sino un instrumento del Gran Capital.
A la vista de tantos fracasos; ante la constatación de que muchos quieren salir, pero muy pocos entrar en los paraísos socialistas, ¿no es hora de que los que de buena fe admiran esos modelos, comiencen a analizarlos con espíritu crítico?

1 comentarios:

Agustín Eugenio Acuña dijo...

¡Qué ciertas su palabras Dr.!

Recuerdo que charlando con un amigo del Partido Obrero me llegó a decir lo que acá ud. expuso con ironía: ni l aunión soviética ni china ni ningún país es socialista! ¿Dónde está el bendito socialismo?

Y bueno... a palabras necias oídos sordos...